
Oftalmología
La Oftalmología es la especialidad médica que estudia las enfermedades del ojo y su tratamiento, incluyendo el globo ocular, su musculatura, el aparato lagrimal, los parpados y las vías ópticas. Los médicos especialistas en esta rama se denominan oftalmólogos u oculistas. Su labor consiste en el diagnostico y tratamiento de las anomalías y enfermedades de todo el aparato visual. Los tratamientos ante la presencia de enfermedades de la visión se catalogan en tres grupos:
Farmacológicos

Instrumentales
Tratamiento mediante la prescripción de medicamentos, como los colirios.
Se pueden corregir algunos problemas visuales mediante el empleo de instrumentos, como las gafas o lentes de contacto, previamente diagnosticado el paciente mediante una exploración del ojo que determina si se necesita su uso debido a defectos de refracción, como la miopía, hipermetropía o astigmatismo.
Intervención quirúrgica
Ante anomalías congénitas del ojo, o problemas desarrollados en la visión del paciente, con frecuencia se recurre a la cirugía. Las más comunes son la cirugía refractiva, bien con láser o con implante de lentes intraoculares y la cirugía funcional.
El ojo es un órgano muy importante que debe de ser cuidado a lo largo de toda nuestra vida, y por ello es aconsejable realizar revisiones médicas de manera anual, y en caso de notar alguna variación en la visión acudir al oftalmólogo.
La miopía es un defecto visual de refacción, que no se considera una enfermedad a no ser que supere un cierto nivel de graduación que se asocia con lesiones características, como ocurre en la miopía degenerativa.
Supone un problema en la refacción del ojo que provoca en la persona la visión borrosa de los objetos que se encuentran a una distancia lejana, ya que la imagen se forma delante de la retina. Su origen puede deberse bien a que el ojo sea más alargado de lo habitual o a que la córnea y el cristalino posean una curvatura inadecuada con un poder de refracción excesivo.
Debido a esta variación anómala del ojo, se produce un fallo en la correlación de los componentes que provoca la visión borrosa de los objetos lejanos. Los síntomas pueden aparecer a lo largo de la vida del paciente y agravarse si se producen cambios en la graduación. No obstante, superada la mayoría de edad, esta anomalía tiende a equilibrarse. Acercase a los objetos o entornar los ojos para verlos, son los principales síntomas, junto con la fatiga visual y a veces, dolor de cabeza. Se puede corregir de diferentes maneras, como el uso de lentes de contacto o gafas o con el empleo de cirugía refractiva láser o el implante de una lente intraocular.
La hipermetropía, al contrario de la miopía, se presenta como la visión borrosa de los objetos cercanos, aunque en edades avanzadas también puede afectar a la visión lejana. Los niños pueden padecer hipermetropía y gozar de buena visión, debido al gran poder de acomodación del ojo joven. Para el diagnostico de la hipermetropía en niños y jóvenes se recurre a la dilatación de la pupila con colirios a la primera sospecha.
La hipermetropía es también un problema en la refracción del ojo, pero en este caso la imagen se forma detrás de la retina, debido bien a que el ojo del paciente sea más corto de lo habitual o en su defecto que la córnea y el cristalino tengan una curvatura insuficiente, lo que conlleva un poder refractivo inferior.
La hipermetropía fisiológica es una variante que aparece en los niños recién nacidos y tiende a corregirse de forma natural según van creciendo, debido a que su órgano visual aún no está desarrollado del todo. No obstante, hay que acudir a revisiones periódicas ya que si no desaparece de forma natural, un diagnóstico precoz facilita su corrección.
Los síntomas más usuales son fatiga visual, dolor de cabeza y de ojos, aunque en pacientes jóvenes pueden tardar en aparecer debido a su mayor capacidad de acomodación.
Para corregir la hipermetropía, se usan elementos como las lentes de contacto y gafas o la cirugía.
El ojo es un órgano muy importante que debe de ser cuidado a lo largo de toda nuestra vida, y por ello es aconsejable realizar revisiones médicas de manera anual, y en caso de notar alguna variación en la visión acudir al oftalmólogo.
La miopía es un defecto visual de refacción, que no se considera una enfermedad a no ser que supere un cierto nivel de graduación que se asocia con lesiones características, como ocurre en la miopía degenerativa.
Supone un problema en la refacción del ojo que provoca en la persona la visión borrosa de los objetos que se encuentran a una distancia lejana, ya que la imagen se forma delante de la retina. Su origen puede deberse bien a que el ojo sea más alargado de lo habitual o a que la córnea y el cristalino posean una curvatura inadecuada con un poder de refracción excesivo.
Debido a esta variación anómala del ojo, se produce un fallo en la correlación de los componentes que provoca la visión borrosa de los objetos lejanos. Los síntomas pueden aparecer a lo largo de la vida del paciente y agravarse si se producen cambios en la graduación. No obstante, superada la mayoría de edad, esta anomalía tiende a equilibrarse. Acercase a los objetos o entornar los ojos para verlos, son los principales síntomas, junto con la fatiga visual y a veces, dolor de cabeza. Se puede corregir de diferentes maneras, como el uso de lentes de contacto o gafas o con el empleo de cirugía refractiva láser o el implante de una lente intraocular.
La hipermetropía, al contrario de la miopía, se presenta como la visión borrosa de los objetos cercanos, aunque en edades avanzadas también puede afectar a la visión lejana. Los niños pueden padecer hipermetropía y gozar de buena visión, debido al gran poder de acomodación del ojo joven. Para el diagnostico de la hipermetropía en niños y jóvenes se recurre a la dilatación de la pupila con colirios a la primera sospecha.
La hipermetropía es también un problema en la refracción del ojo, pero en este caso la imagen se forma detrás de la retina, debido bien a que el ojo del paciente sea más corto de lo habitual o en su defecto que la córnea y el cristalino tengan una curvatura insuficiente, lo que conlleva un poder refractivo inferior.
La hipermetropía fisiológica es una variante que aparece en los niños recién nacidos y tiende a corregirse de forma natural según van creciendo, debido a que su órgano visual aún no está desarrollado del todo. No obstante, hay que acudir a revisiones periódicas ya que si no desaparece de forma natural, un diagnóstico precoz facilita su corrección.
Los síntomas más usuales son fatiga visual, dolor de cabeza y de ojos, aunque en pacientes jóvenes pueden tardar en aparecer debido a su mayor capacidad de acomodación.
Para corregir la hipermetropía, se usan elementos como las lentes de contacto y gafas o la cirugía.
El ojo posee una lente natural llamada cristalino, que se encarga de enfocar las imágenes que capta nuestra visión.
Un cristalino sano ha de ser transparente, sin embargo, cuando el paciente sufre cataratas el cristalino se nubla, proyectando una imagen borrosa y de menor color. Las cataratas son la opacificación total o parcial del cristalino, común en personas a partir de los 40 años, que se hace muy frecuente en edades mayores, hacia los 70-80 años. La principal sintomatología que presentan los pacientes es la visión borrosa o doble, dificultad en la visión nocturna o deslumbramiento por las luces brillantes, como por ejemplo, al conducir.
El tratamiento de las cataratas es quirúrgico. La cirugía del ojo con catarata consiste en una operación sencilla, mediante la cual se extrae el cristalino natural, que está opacificado, del ojo del paciente y se sustituye por un cristalino artificial transparente, que recibe el nombre de lente intraocular (LIO).
Nuestros ojos contienen un fluido intraocular o humor acuoso, el cual se produce detrás de la pupila para ser absorbido por el torrente sanguíneo, a través del ángulo o drenaje del ojo que se encuentra alrededor del iris (parte que da el color al ojo). El correcto funcionamiento de este proceso permite un drenaje y una presión ocular correctos.
Al presentarse una alteración en el sistema de drenaje del ojo, éste se obstruye y el fluido intraocular no puede drenarse correctamente, aumentando la presión interna de nuestro ojo, lo que puede dañar el nervio óptico y dar lugar al Glaucoma. El glaucoma es una enfermedad del ojo que que provoca la pérdida del campo de visión de forma gradual, aunque en algunos casos se puede dar de manera dolorosa y repentina.
Generalmente la acumulación de presión del fluido se produce de forma lenta y, o bien no aparecen síntomas, o lo hacen como percepción de destellos y arcoíris en nuestra visión. Cuando se produce de forma repentina (cierre angular) pueden parecer visión borrosa, intenso dolor de cabeza y ojos, náuseas y vómitos.
Por ello es importante acudir a las revisiones oftalmológicas sobre todo a partir de los 60 años, que es cuando su aparición es más frecuente. También es importante conocer los antecedentes de glaucoma en familiares ya que aumenta el riesgo de padecerlo, y si se padece miopía o diabetes.
Un cristalino sano ha de ser transparente, sin embargo, cuando el paciente sufre cataratas el cristalino se nubla, proyectando una imagen borrosa y de menor color. Las cataratas son la opacificación total o parcial del cristalino, común en personas a partir de los 40 años, que se hace muy frecuente en edades mayores, hacia los 70-80 años. La principal sintomatología que presentan los pacientes es la visión borrosa o doble, dificultad en la visión nocturna o deslumbramiento por las luces brillantes, como por ejemplo, al conducir.
El tratamiento de las cataratas es quirúrgico. La cirugía del ojo con catarata consiste en una operación sencilla, mediante la cual se extrae el cristalino natural, que está opacificado, del ojo del paciente y se sustituye por un cristalino artificial transparente, que recibe el nombre de lente intraocular (LIO).
Nuestros ojos contienen un fluido intraocular o humor acuoso, el cual se produce detrás de la pupila para ser absorbido por el torrente sanguíneo, a través del ángulo o drenaje del ojo que se encuentra alrededor del iris (parte que da el color al ojo). El correcto funcionamiento de este proceso permite un drenaje y una presión ocular correctos.
Al presentarse una alteración en el sistema de drenaje del ojo, éste se obstruye y el fluido intraocular no puede drenarse correctamente, aumentando la presión interna de nuestro ojo, lo que puede dañar el nervio óptico y dar lugar al Glaucoma. El glaucoma es una enfermedad del ojo que que provoca la pérdida del campo de visión de forma gradual, aunque en algunos casos se puede dar de manera dolorosa y repentina.
Generalmente la acumulación de presión del fluido se produce de forma lenta y, o bien no aparecen síntomas, o lo hacen como percepción de destellos y arcoíris en nuestra visión. Cuando se produce de forma repentina (cierre angular) pueden parecer visión borrosa, intenso dolor de cabeza y ojos, náuseas y vómitos.
Por ello es importante acudir a las revisiones oftalmológicas sobre todo a partir de los 60 años, que es cuando su aparición es más frecuente. También es importante conocer los antecedentes de glaucoma en familiares ya que aumenta el riesgo de padecerlo, y si se padece miopía o diabetes.