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Las alergias son un conjunto de alteraciones de carácter respiratorio, nervioso o eruptivo que se producen en el sistema inmunológico por la sensibilidad del organismo a ciertas sustancias a las que ha sido expuesto.
Hay 6 tipos de problemas alérgicos que destacan debido a su prevalencia y virulencia. Estas son:
- Alergia respiratoria: las más comunes son el asma y la rinitis. El asma es una enfermedad inflamatoria de los bronquios que provoca que estos se obstruyan e impidan una respiración correcta. La rinitis es la inflamación de las mucosas nasales y suele ser causada por el polen de las plantas y otras partículas presentes en el aire.
- Alergia alimentaria: ocurren cuando el sistema inmunitario rechaza un alimento que hemos ingerido. Las más comunes son alergia a la leche, al huevo, al marisco y pescado, a los frutos secos y legumbres, al gluten, a la lactosa y a la histamina. La mayoría de reacciones se manifiestan a través de la piel, el sistema digestivo, el sistema respiratorio y el sistema cardiovascular.
- Alergia a los fármacos: se suelen producir al cabo de una hora de haberlos ingerido. Suelen manifestarse en erupción cutánea, picazón, fiebre, hinchazón y ojos llorosos, entre otras. Cualquier fármaco puede provocar una reacción alérgica.
- Urticaria: es una enfermedad de la piel caracterizada por ronchas rojizas que van acompañadas de picor e hinchazón. Cuando la urticaria es más grave va acompañada de fiebre, cefaleas, dolor abdominal e incluso angioedema.
- Alergia de contacto: se manifiesta debido a que la piel reacciona al contactar con alérgenos. Los más comunes son ácidos, materiales alcalinos, disolventes y otros químicos.
- Alergia al veneno de algunos insectos: estos pican a la persona y le introducen su veneno en la piel. Los insectos más comunes son las abejas, las avispas y las hormigas rojas.
La mejor forma de prevenir las alergias es realizarse un test de alérgenos previamente para evitar complicaciones. En el caso que ya tengamos diagnosticada la alergia, para prevenir los síntomas o minimizarlos es importante evitar aquellos lugares que contengan alergenos como polvo y polen, asegurarse qué alimentos estamos ingiriendo, consultar con el médico antes de tomar una medicación y utilizar ropa y prendas adecuadas a nuestro tipo de piel.
